ESQUIANDO POR LOS ALTOS TATRAS

By on 6-21-2017 in Blog

ESQUIANDO POR LOS ALTOS TATRAS

ACTIVIDAD: Esquí de montaña.

ZONA: Altos Tatras, Cordillera de los Cárpatos, Polonia.

EQUIPO: Ángel, Molus, Nando, Sergio, Cueto, Toñín, Moyuca, Santi, Fonso, Guillermo, Amable y Rafa.

 

INTRODUCCIÓN

 

Con la inminente llegada de la primavera, los “Milanos” alzan el vuelo una vez más para abandonar su hábitat natural en la Cordillera Cantábrica, en busca de nuevas montañas con blancas laderas por las que deslizarse. Nuevas cordilleras por descubrir, nuevos países, nuevas cimas por coronar y sobre todo, nuevas experiencias que compartir con los amigos, con el esquí de montaña como excusa.

 

Los Montes Tatras son el destino elegido para esta ocasión. Esta cordillera que ejerce de frontera natural entre Polonia y Eslovaquia, forma parte de la gran cadena montañosa de los Cárpatos, pero al igual que los Picos de Europa en la Cordillera Cantábrica, estas montañas constituyen un macizo bien diferenciado del resto. Ostentan el título de sistema alpino o alta montaña más pequeño del mundo y pese a su modesta altitud (Gerlachowky 2.655m), son la cuna de algunos de los mejores ochomilistas de la historia, pioneros del himalayismo invernal.

 

Nuestra ruta discurre de oeste a este, íntegramente por el Parque Nacional de los Altos Tatras Polacos, y aunque en ocasiones transitáramos por territorio eslovaco, nuestra presencia en este país, fue anecdótica. El sector de los Altos Tatras, en el que está integrado este parque nacional, forma parte de los Tatras Orientales que constituyen la máxima elevación de los Cárpatos, a diferencia de los Tatras Occidentales que cuentan con menor altitud y relieves mucho más suaves.

 

El Parque Nacional de los Altos Tatras Polacos, Reserva de la Biosfera desde 1992, dispone de una red de senderos bien señalizados con refugios estratégicamente situados, que aún conservando una estética clásica, cuentan con todo tipo de comodidades. Su paisaje alpino dominado por el granito, que otorga a sus afiladas cumbres un aspecto más imponente si cabe, sus lagos alpinos y sus bosques de abetos, además de una rica y variada fauna, hacen de este lugar el destino perfecto para los amantes de la alta montaña.

 

LA CRÓNICA

 

Domingo 19/03/17

 

No podíamos elegir un lugar más apropiado para iniciar esta aventura por los Cárpatos que esta explanada reinosana, actual aparcamiento y antigua ubicación de un molino, al que todo el mundo en Reinosa conoce como “La Húngara”. Curiosamente esta cordillera envuelve en forma de arco de 1600km de longitud a una planicie que abarca varios países, entre ellos Hungría, llamada precisamente la Gran Llanura Húngara. De aquí partiríamos el grueso de la tropa con destino al aeropuerto campurriano de “El Hoyu”, aunque los bilbaínos se empeñen en llamarle Loiu, es claramente un topónimo campurriano. Después de un par de paradas por el camino para recoger al personal y de reunirnos en el aeropuerto con la “expedición guiputxi” algo maltrecha por la dureza de la noche donostiarra, once de los doce componentes de esta expedición, tomábamos un avión con destino a Múnich. Vistas espectaculares de los Alpes durante el vuelo y alguna cabezada que otra, hicieron llevadero el trayecto hasta la capital bávara. Una “Weizenbier” (cerveza turbia de trigo, “tirada” por una prima hermana de la Merkel), algún Pretzel y alguna salchicha gigante muniquesa pero al estilo Frankfurt, fueron el preludio de embarcar de nuevo con destino a Cracovia. Ya en tierras polacas, se nos unió el último componente del grupo procedente de Bilbao pero por la “ruta del gin tónic” (Ginebra conection). Tras recoger nuestros bártulos y acaldarlos en nuestras furgonetas de alquiler, nos dirigimos a Zakopane, el Chamonix de los Tatras. A unos ocho kilómetros de Zakopane se encuentra Kyry, una pequeña localidad por la que se accede al Parque Nacional y en la que se encuentra nuestro alojamiento. El hospedaje Harnas (Harnas Gospoda), enclavado en la misma puerta del parque, es un pequeño hotel de madera, como todo en esta zona, con el personal vestido con el traje típico del lugar y comida tradicional, donde nos dimos un buen homenaje para finalizar la jornada y celebrar así, algunos, la mayoría, el día del padre….ausente.

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Lunes 20/03/17

 

Primer día de primavera. Amanecimos con una meteorología horrible, la cota de nieve rondaba los dos mil metros, pero había ganas, muchas ganas. El problema era acceder a la nieve sin mojarnos demasiado y después de descartar varias opciones, decidimos entrar por Kuznice, donde un sendero paralelo a una pista de esquí, nos permitía subir foqueando entre abetos primero y por la propia pista después, hasta el observatorio meteorológico del Pico Kasprowy, situado a 1.987 metros de altitud, en la estación de esquí del mismo nombre y al que también se puede acceder cómodamente en teleférico desde Kuznice, evitando así los casi 1000 metros de desnivel que separan ambos lugares. Descendimos por el mismo lugar por el que habíamos ascendido hasta un refugio-cafetería a pie de pista, donde dimos buena cuenta del bocata y después el grueso de la tropa decidió hacerse otra subidita para estirar la jornada mientras otros optamos por tomar unas cervezas en Zakopane. Esta localidad perteneció a la histórica región de Galitzia y como su homónima peninsular también contaba con cervezas “estelares”. La jornada terminó con una rica cena en un restaurante de Zakopane y posterior degustación de chupitos varios, alguno local, otros italianos y el resto, podríamos calificarlos como “internacionales”.

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Martes 21/03/17

 

Empieza la alta ruta entre refugios y por delante nos esperan dos mil metros de desnivel positivo para alcanzar nuestro destino de hoy, el precioso refugio Murowaniec, enclavado en pleno bosque. Una dura jornada pero con una meteorología más que aceptable, de hecho fue el mejor día meteorológicamente hablando. Salimos andando desde el mismo hotel, con mochila para cuatro días y con los esquís colgados en ella, remontando la corriente el arroyo Kirowa (Kirowa Woda) y atravesando la Puerta de Kantak (pequeño desfiladero) para entrar en el Valle de Koscieliska, el cual recorrimos durante varios kilómetros en busca de nieve donde poder “calzar” los esquís. El sendero gira hacia la izquierda (este) y entre abetos va cogiendo altura y con la altura también aparece la deseada nieve. Ya con los esquís en su sitio, ascendemos por una loma que nos conduce a la cumbre del Ciemniak (2.096m) y desde este pico recorremos toda la cuerda del Krzesanica (2.122), con la “border line” entre las piernas, pasando por la cumbre del Malolaczniak (2.096m), hasta llegar a la cumbre del Kondracka Kopa (2.005m). Este último pico está unido por el norte mediante un largo collado con el pico Giewont (1.895m) que pese a su modesta altitud es la montaña emblemática de Zakopane, desde donde parece inexpugnable.  Desde Kondracka Kopa descendimos esquiando por el Valle de Kondratowa hasta el refugio del mismo nombre, donde hicimos parada “técnica”. Repuestas las fuerzas, iniciamos el ascenso a nuestro viejo amigo el Kasprowy, entre abetos primero y paralelos a la pista de esquí después, para volver a visitar el observatorio meteorológico, el edificio de mayor altitud de Polonia, esta vez disfrutando de las vistas que nos negó el primer día precisamente la meteorología. Quitamos pieles y descendemos por las pistas hacia nuestro destino, el refugio Murowaniec, pero a media bajada, medio pelotón, decidió atacar el Svinica (2.301m) y conocer su precioso cordal, por el que se accede también al Orla Perc (Sendero del Águila), el sendero/ferrata más famoso de la zona, añadiendo unos cientos de metros positivos más a los dos mil que ya llevábamos encima. Por la huella que encontraron, no solo el Águila ronda esos parajes. Una vez reunidos todos de nuevo en el refugio, después de ducharnos y de poner a secar el material ocupando hasta el último milímetro cuadrado de radiador, tocaba mojar las gargantas con unas “Piwas” (botellines de cerveza) y esperar la cena, contundente como viene siendo habitual últimamente, mientras comentamos las anécdotas del día, revisábamos la ruta del día siguiente y sobre todo, consultábamos la meteorología, que se prevé muy complicada. Vamos a tener que salir de allí remando, pero no hay miedo, contamos con un buen remero en nuestras filas, aunque de vez en cuando se le escape algún “remazo”.

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Miércoles 22/03/17

 

Amanece lloviendo a cantaros, nos lo tomamos con mucha calma y decidimos esperar a que escampe. Las previsiones meteorológicas indican una mejoría a medio día, pero a media mañana parece que la lluvia remite y aprovechamos para chospar de allí, como decimos en Campoo (“salir pitando” del refugio, en Castellano). Remontamos el Valle de Gasienicowy foqueando entre abetos y con una espesa niebla hasta llegar al Lago Czarny (Lago Negro) que bordeamos por la izquierda (este). Una pena que no pudiéramos ver mucho, aunque hubo quien vio el lago muy de cerca. Encaramos el ascenso al Paso Zawrat (2.158m), famoso por ser uno de los extremos del ya mencionado Orla Perc y paso natural para conectar con el Valle de los Cinco Lagos Polacos donde se encuentra el refugio del mismo nombre. El ascenso se hace duro. Dejamos atrás el pequeño Lago Zmarzly (Lago Helado) y avanzamos con los esquís hasta que la pendiente nos obliga a “descalzarnos” y continuar a pie. Alcanzamos el collado, que abandonamos rápidamente para pasar de valle y “calzarnos” los esquís en una zona más confortable al abrigo del viento. La nieve en este valle estaba hueca y húmeda, por lo que caerse implicaba quedarse clavado y era complicado salir de esa situación sin ayuda, como se pudo comprobar. Esquiando con cuidado y remando en la parte final llegamos al refugio. Quedaba mucho día por delante y mientras algunos descansaban “profundamente”, y otros nos hidratábamos a base de piwas, la gran mayoría decidió salir de excursión, para conocer el bonito circo del Pico Kozi (2.291m), el techo del Orla Perc, aunque el mal tiempo no les permitió hacer cumbre. El día concluyó como siempre, con buena cena y amena conversación, atentamente vigilados por una de las “chicas” del refugio, a la que los dioses habían negado el don de hablar otro idioma que el propio, y otros dones en general y cuya mirada resultaba acojonante en el más estricto sentido de la palabra.

 

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Jueves 23/03/17

 

Otro día nublado nos da los buenos días para variar, pero la visibilidad es buena. Salimos del refugio del Valle de los Cinco Lagos Polacos con dirección al Paso Spizglasowa, un paso equipado con cadenas como es habitual en los Tatras, con un pasillo rocoso que atravesamos rápidamente para cambiar de valle, perder altura y así evitar el fuerte viento que soplaba en el collado. El Paso Spizglasowa, comunica el Valle de los Cinco Lagos Polacos con el Valle Rybi Potok (Arroyo de los Peces) donde se encuentra el Morskie Oko (Ojo de Mar), el lago más extenso de los Tatras, uno de los más profundos y considerado uno de los cinco lagos más bonitos del mundo, según algún afamado periódico norteamericano. A pie de lago, se encuentra el precioso refugio del mismo nombre, que es el punto de partida perfecto para atacar la cumbre polaca del Pico Rysy (2.499m), el techo de Polonia y la culminación de nuestra travesía. Descendemos hacia el fondo del valle, vigilados por la aguja Mnich, una pared mítica para los escaladores locales y poco a poco el lago totalmente helado va quedando a nuestros pies. Llegamos al refugio donde consultando la meteo, vemos que las previsiones para el día siguiente han cambiado drásticamente, lo que iba a ser un día soleado, pasaba a ser un día de intensa niebla. Cambio de planes, hoy mismo atacaríamos la cumbre del Rysy. Aligeramos mochilas y nos mantenemos a la espera de que mejoren las condiciones meteorológicas, mil cien metros de desnivel positivo nos esperan. Dos miembros del grupo se adelantan, lo que hará más fácil el ascenso sobre la huella ya abierta. En cuanto mejoran las condiciones salimos decididos hacia la cumbre. Atravesamos el lago por el mismo centro, y ascendemos al lago superior, el Czarny Pod Rysami (Lago Negro bajo el Rysy, traducción libre) que unos bordean por un lateral y otros cruzamos por la orilla con algún recelo. Pasado este lago comienza una fuerte pendiente que negociamos siguiendo las “zetas” que han trazado nuestros compañeros hasta que la rampa se endurece y nos hace cambiar los esquís por los crampones. Llegamos al collado cimero donde dejamos mochilas y esquís para hacer cumbre y tras las fotos de rigor, descendemos de nuevo al collado donde algunos calzan los esquís y otros descendemos otro tramo con los crampones para evitar el hielo y por el respeto que provoca la fuerte pendiente. Al final todos juntos, cada uno a su ritmo y esperándonos unos a otros, bajamos la impresionante ladera norte del Pico Rysy causando gran expectación entre los turistas congregados entre ambos lagos. Patinando por el hielo del “Ojo de Mar” regresamos al refugio. Nuestra ruta llegaba a su fin, habíamos logrado nuestros objetivos, con nuestras expectativas cumplidas, sin percances y todavía nos había sobrado un día. Mientras tomábamos unas piwas, esperando la hora de cenar, entre bromas y risas (o rysys), se iba fraguando un plan para el día siguiente.

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Viernes 24/03/17

 

El día amanece con una densa niebla, pero la idea era volver a por las furgos de la manera más directa posible, aunque fuera una buena “chancletada”, era factible y nos pusimos a ello. Mientras ascendemos no dejamos de oír caer avalanchas en cualquier orientación pero la niebla no nos permite ver nada lo que produce una sensación de vulnerabilidad difícil de explicar. Una de las avalanchas cae por encima de nosotros y echamos a correr como “pollos sin cabeza” sin saber muy bien a dónde y sin quitar la vista a la ladera por la que intuíamos que podía venir la colada. Si bien es cierto que eran coladas lentas, también es verdad que este tipo de coladas si te atrapan, pueden retorcerte como a un trapo, por lo que tras un replanteamiento de la situación cinco de nosotros decidimos no continuar, mientras el resto apostó por seguir adelante. Esta decisión suponía una reducción considerable de la ruta, ya no era necesario volver al punto de partida. Nosotros acercaríamos las furgos desde Kyry a Kuznice, donde el resto del grupo podría bajar esquiando cómodamente hasta la misma estación inferior del teleférico. Mientras unos volvíamos cómodamente en coche a Zakopane, patrocinado por el seguro federativo y una magnifica disposición del socorrista del refugio Morskie Oko, después de una pequeña lesión sin importancia de quien escribe estas letras, otros buceando entre las nubes emergían a collados soleados para volver a sumergirse de nuevo en el mar de nubes, rumbo a Kuznice, donde les esperábamos con las furgonetas. Todos reunidos de nuevo, instalados en un bonito hotel de Zakopane, duchados, vestidos de calle y con diagnostico favorable del lesionado (cuentitis), salimos a las calles de Zakopane dispuestos a disfrutar de sus manjares y a beber como cosacos (o polacos, lo mismo da), pero sin quemar toda la “traca”, que al día siguiente nos esperaba Cracovia.

 

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Sábado 25/03/17

 

Amanece soleado, parece una broma del destino, los dioses se burlan de nosotros, mejor no pensarlo, al menos podremos disfrutar de las vistas durante nuestro traslado a Cracovia. En poco más de hora y media, estamos en nuestro nuevo alojamiento en esta ciudad, considerada como una de las ciudades más bonitas de Europa. Situada a las orillas del Vístula y antigua capital de Polonia, es la actual capital de la región de Malopolska (Polonia Menor), su centro histórico es Patrimonio de la Humanidad y cuenta además con la plaza medieval más grande de Europa. Con este currículo, la visita era obligada. Después de conocer la zona del castillo y comer en el Barrio Judío, visitamos el centro histórico mientras la luz del sol se apagaba. Al caer el sol, todo empezó a oscurecerse, el primer local en el que paramos, iluminado con velas, parecía más un after que un café. Las rondas se sucedían por un motivo o por otro, parecía que todos teníamos algo que celebrar. Comienzan las “cargas dobles”, la noche se complica, cuando fuimos a cenar, ya llevábamos unos cuantos Vodka Orange encima, o mejor dicho “Destornilladores” como siempre los hemos conocido, aunque el nombre no suene tan “fino”, describe mejor el efecto de su abuso. El “garito” en el que cenamos era peculiar, lo mismo podías tomar unas copas que degustar unos ricos platos polacos, nosotros hicimos ambas cosas, pero al mismo tiempo, mientras abordábamos al estilo pirata una mesa ya ocupada, a dos parejas polacas que acabaron siendo cuatro más de nuestro grupo y con quienes echamos unas risas. Acabamos la noche en otro garito, como el anterior, subterráneo, laberíntico y con smoking room, pero además con pista de baile donde lo dimos todo. Con las friegas de alcohol se curaron las lesiones y algunos por momentos, nos sentimos como “Toni Manero” en la pista de baile. La noche fue breve pero intensa, pero sobrevivimos, unos mejor que otros, pero todos salimos ilesos de la batalla. Sin duda, la noche de Cracovia nos sorprendió gratamente y para algunos, sumidos en una euforia etílica fue simply THE BEST.

 

Domingo 26/03/17

 

No recuerdo muy bien como amaneció ese día, pero algunos amanecimos resacosos y con las fuerzas justas para recoger los bártulos, dirigirnos al aeropuerto y devolver las furgonetas de alquiler. Lo demás fue como un “deja vu”, pero en dirección opuesta. Mientras once de nosotros, algunos maltrechos como los de la “expedición guiputxi” en el viaje de ida, cogíamos un vuelo a Múnich, el otro componente del grupo abandonaba el Vodka para volver a la Ginebra, por la ruta del “gin tónic”. Ya en Múnich, mucho agua, alguna cerveza y hamburguesas muniquesas pero estilo de Hamburgo, y de nuevo a embarcar. Durante el vuelo, espectaculares vistas de los Alpes y de los Pirineos, y muchas, muchas cabezadas que hicieron del vuelo un “abrir y cerrar de ojos” y como dicen en Campoo; “El vivu al boyu y el muertu a Loiu” (… o al contenedor).

 

THE END

 

                                                                       Rafa Suarez.

 

 

 

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